Movilidad sostenible la apuesta de Medellín
Andrés Pava Restrepo
Coordinador de área Movilidad y Territorio de la Escuela de Ing. y Ciencias básicas.
La movilidad siempre ha sido un elemento esencial y estructural para los habitantes de cualquier territorio, la cual se debe proveer de manera segura sin limitaciones de accesibilidad, y que facilite las dinámicas sociales, laborales y de desarrollo económico, influyendo en la calidad de vida de sus habitantes. Esta movilidad en nuestros entornos urbanos se ha visto afectada por problemáticas asociadas a la falta de infraestructura eficiente, a las altas demandas de viajes que se realizan en la medida que aumenta la población, y la cultura de uso de los modos de transporte que se encuentran disponibles; en consecuencia se generan congestiones vehiculares y de acceso a los sistemas de transporte, contaminación del aire, y aumento en los tiempos de viaje de los usuarios. Medellín es una ciudad que siempre le ha apostado a los sistemas de transporte público masivo, como estrategia para garantizar una movilidad más eficiente y sostenible, buscando reducir el impacto ambiental producido por los modos de transporte convencionales, considerando que su infraestructura vial es limitada frente a la alta demanda de viajes en modos particulares, y de esta manera mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
Las estrategias contra la pandemia y su afectación al sistema público de transporte
La situación actual por la pandemia del COVID-19, ha llevado a que las dinámicas de la población cambien, y también los hábitos en la movilidad para cada contexto territorial; por lo tanto, las problemáticas se vuelven otras y las necesidades para el transporte público aumentan. La postura de prevención frente a la pandemia, la necesidad de los habitantes de realizar sus viajes, las restricciones para la libre movilidad, la salubridad en las maneras y modos disponibles para realizar estos desplazamientos, han generado nuevas problemáticas y afectando la sostenibilidad que se espera en los sistemas de movilidad, ya que el servicio de transporte se debe seguir prestando para garantizar la accesibilidad de todos los ciudadanos a los bienes y servicios, bajo las nuevas condiciones sociales a las que nos enfrentamos hoy día. Perder de vista esto y no atenderlo de manera prioritaria esperando que las condiciones cambien, llevará a que nuestra estructura de transporte sea cada vez más insostenible dentro de los contextos urbanos y regionales, afectando las condiciones económicas, las relaciones sociales y el desarrollo de los territorios.
Uno de los problemas menos visible en medio del control de la pandemia, se enfoca en el transporte público, este sistema siempre ha operado bajo la premisa del máximo aprovechamiento en su uso, manteniendo unos adecuados índices de ocupación, permitiendo su sostenibilidad económica y eficiencia en la operación de los diferentes sistemas, entre más usuarios dispuestos a pagar tenga el sistema, mayor recaudo para la operación. Sin embargo, el recaudo por la tarifa definida y las condiciones de integración con otros modos requieren que el costo individual sea subsidiado por los gobiernos, para hacerlo accesible a todos los habitantes. En este contexto las restricciones de ocupación en el transporte público (35% del área destinada a los usuarios) para cumplir con el distanciamiento social, han llevado a que los sistemas masivos se afecten económicamente, y que su eficiencia en la operación sea cada vez menor.
Para las horas pico, se debe hacer uso de más vehículos de la flota disponible para poder atender las demandas de viaje, ya que el 100% de la ocupación en un vehículo pasa a ser distribuido en tres; y para reducir al máximo la congestión de los usuarios que acceden al sistema, los tiempos de espera, los trasbordos, y las frecuencias deben ser las menores posibles, esto nos pone en un panorama donde las flotas de transporte operan en su totalidad para un número de recorridos mayores, en periodos picos más prolongados, con solo el 35% del recaudo que antes recibían; esto desde cualquier punto de vista es insostenible y hace que la prestación del servicio sea mucho más costosa para la entidades a cargo de la operación.
El porcentaje de ocupación actual que se justifica en la prevención y el evitar la propagación del virus, debe ser revaluado buscando estrategias complementarias que permitan aumentarlo, tales como la indumentaria para realizar estos viajes, los elementos de protección personal, de ventilación y de acondicionamiento, y deben ser pensados con el fin de garantizar una mayor eficiencia del transporte público sin poner en riesgo la salud de los usuarios y la prestación de servicio. Las políticas de control y uso de los sistemas de transporte público masivo por parte de los usuarios, también deben ser revisadas y acorde con las nuevas condiciones que enfrentamos como sociedad, no podemos pretender vivir una anormalidad en condiciones de normalidad, y eso involucra un compromiso de todos, empresas transportadoras, operarios y usuarios. Es necesario realizar estudios serios, coherentes con las circunstancias actuales que permitan encontrar mecanismos y tomar decisiones que hagan la operación del transporte público sostenible.
Impacto de las afectaciones del transporte público en la sostenibilidad de la movilidad urbana
Otra situación que se deriva de esta problemática tiene que ver con la disposición de los habitantes para utilizar el sistema de transporte masivo; el experimentar las esperas prolongadas de acceso al transporte, que terminan aumentando los tiempos de viaje, donde algunos por no contar con vehículo propio están obligados a utilizarlos, pero también están quienes tienen la alternativa y buscarán comprar o hacer uso de sus vehículos particulares, con el fin de estar menos expuestos, sentirse más seguros y reducir el tiempo de desplazamiento, siendo la moto en nuestro entorno el que más facilidad de adquisición tiene.
En medio de este panorama social, es necesario fortalecer las estrategias y políticas que inviten a los usuarios a evitar realizar sus desplazamientos en modos como el auto y la moto, que ellos perciben más seguros con el fin de evitar incomodidades y un posible contagio. Si el usuario empieza a buscar como alternativa estos modos, las condiciones de movilidad van a ser cada vez más limitadas y deficientes, la contaminación y la congestión aumentarán, haciendo insostenible la infraestructura existente y los desplazamientos, lo cual estaría acabando con lo avanzado en temas de movilidad sostenible volviendo hacia las condiciones que experimentábamos tiempo atrás. En las grandes ciudades el transporte público colectivo ha sido el camino más eficiente para mejorar las condiciones de movilidad urbana, en ese caso deberíamos buscar es fortalecerlo y no debilitarlo bajo las limitaciones de ocupación actuales.
La mayoría de las estrategias y políticas desarrolladas están orientadas a procurar una movilidad más sostenible con su entorno, transformando los territorios positivamente, y buscando su eficiencia a través del tiempo.
Importancia de la micromovilidad como estrategia para la movilidad sostenible
Por otro lado la micromovilidad es otra alternativa que en tiempos de pandemia se ve como una opción para realizar desplazamientos individuales de manera segura y sostenible, la bicicleta, patinetas y demás, son modos que pueden atraer a los usuarios de vehículo particular, sin embargo, nuestras ciudades aún carecen de una infraestructura adecuada para estos modos, además no hay claridad ni suficiente difusión frente a políticas y normativas en la utilización de estos, y la percepción que se tiene con base en preconceptos y no en la experiencia, hace vital que la cultura ciudadana para la movilidad se empiece a fortalecer en todos los entornos sociales, como lo fomenta hoy la Gerencia de Movilidad Humana de la Secretaría de Movilidad de Medellín.
En las condiciones actuales que enfrentamos como sociedad, las entidades territoriales y municipales deben liderar, acompañadas de las instituciones académicas y la empresa privada, la innovación, promoviendo investigación y tecnología, que provean conocimientos, herramientas y estructuren políticas que permitan continuar desarrollando la prestación del servicio de transporte público en época de pandemia de manera eficiente, segura y económicamente sostenible; y a su vez proveer las herramientas de planificación urbana y el desarrollo de nuestras ciudades y sus espacios, orientadas a fortalecer los modos de transporte sostenibles con mayor impacto. Como lo dijo Mario Benedetti “Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas, de pronto, cambiaron todas las preguntas” y ese es el escenario al que hoy nos enfrentamos.
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