Un discurso inspirador. Palabras de Ricardo Jaramillo en ceremonia de grados – Universidad EIA.
Ricardo Jaramillo Mejía
Presidente de Grupo SURA y miembro del Consejo Superior de la Universidad EIA.
6 de febrero de 2025
Muy buenas tardes a todos,
Un saludo especial a los que hoy alcanzan la anhelada meta de la graduación, muchas felicitaciones a todos, incluyendo a los padres y acompañantes que también tienen que sentirse orgullosos por este importante logro. Estudiamos para ampliar nuestras opciones en la vida y hoy ustedes están materializando ese objetivo.
Quiero iniciar dando un agradecimiento al Rector y a la Universidad por invitarme a compartir con ustedes estas palabras, es para mí un gran honor y responsabilidad, y espero estas ideas sean útiles para transitar los nuevos caminos que hoy inician.
Tengo a la EIA, a la Escuela, en un lugar especial de mi corazón, no solo porque acá estudie el pregrado, he tenido el privilegio de hacer parte de sus órganos de dirección, dos de mis hijos estudian en la Universidad, sino especialmente por la formación integral, la rigurosidad y disciplina, las capacidades y los amigos que la universidad me han entregado.
En la elaboración de estas palabras me he devuelto 30 años atrás a 1994, cuando estaba sentado donde ustedes están hoy pero en Zúñiga, me acuerdo, lleno de
expectativas, ilusiones e incertidumbre sobre lo que sería mi camino profesional y mi vida. Era un mundo bastante distinto, los cambios tecnológicos han sido exponenciales, el internet y la telefonía celular estaban en sus inicios, la inteligencia artificial era ciencia ficción, el cambio climático no era un desafío inminente y las tensiones geopolíticas después del fin de la guerra fría eran menores a las que vivimos hoy. Colombia apenas llevaba 4 años de una apertura económica al mundo, y aun éramos catalogados como estado fallido. Hoy claramente el mundo y nuestro país son muy distintos, los desafíos no son menores, pero las oportunidades y opciones que ustedes tienen por delante son inmensas.
La sensación de incertidumbre y esa pregunta que posiblemente ustedes se hacen hoy: y ahora que? Es seguro la misma que yo tuve hace 30 años. Es natural, diría sano tener algo de temor al cambio, a la incertidumbre, a salir de la zona de confort, sin embargo, creo que la respuesta está en buscar como esa sensación de perplejidad, la utilizamos a nuestro favor como potencia para hacernos más fuertes y motivados para caminar nuestros próximos pasos. En mi caso he buscado que así sea, y tengo que confesarles que aun después de 30 años de carrera, la incertidumbre y las preguntas permanecen, hace parte de nuestra aproximación a lo incierto, al futuro.
Hoy, después de haber recorrido parte importante de mi camino laboral, quiero compartir algunas recomendaciones o sugerencias más que consejos, palabra que confieso me suena un poco presumida, y posiblemente con algo de ingenuidad espero les agregue valor.
Inicio por señalar que soy un convencido de que cada uno debe ser el artífice de su propio camino, lo que traigo son ideas, conceptos, herramientas que he ido
metiendo en mi caja de herramientas y que hoy abro para que todos las miremos, analicemos y si les interesa las incluyan en la suya.El camino lo vamos construyendo día a día, si me preguntan si en 1994 esperaba las oportunidades que se han presentado en la vida, la respuesta rotundamente es no. Soñaba y sueño con hacer las cosas bien, e ir avanzando en conocimientos, capacidades y mayores responsabilidades únicamente como resultado de mi propio esfuerzo y trabajo. Anticipo que las ideas que quiero que miremos no son técnicas, esas las han adquirido en sus años de estudio y seguro seguirán sumando todos los días, son herramientas más del ser que del saber. Adelanto también, para no subir las expectativas, que no hay nada nuevo y algunos podrán pensar que son obvias. Son la suma de aportes de mi familia, de profesores, jefes, compañeros de trabajo, amigos, libros, cursos, conferencias o simplemente de la experiencia de día a día. El gran reto es tenerlas presente y usarlas, sobre todo en los momentos difíciles o retadores.
- Hagamos de los principios y valores éticos nuestra mayor fortaleza:
Cada uno sabe cuándo está actuando bien y cuándo actuando mal. Caminemos por la vida con la conciencia tranquila; el día que la perdamos será difícil recuperarla. Si tenemos los valores y principios siempre presentes, estos serán el mejor tamiz para depurar nuestras decisiones. Séneca, uno de los principales filósofos del estoicismo, lo resumió así: “Solo obrar siguiendo tu conciencia.”
Todos los días, hasta la muerte, seguiremos construyendo nuestro carácter, y los valores son los cimientos para que ese carácter llegue tan alto como soñamos. La honestidad, la disciplina, el respeto, la responsabilidad, la transparencia, la equidad y la coherencia, entre otros, son valores que siempre debemos cultivar, cuidar y utilizar como criterios para saber qué decisiones tomar. No deben ser negociables y podrán ser nuestras ventajas competitivas.
He estado en situaciones donde tomar una decisión ha podido afectar la tranquilidad de mi futuro y, créanme, mantener la conciencia tranquila y ser coherente con mis principios ha sido la mejor elección.
Me gusta, con frecuencia, mirar a los ojos una foto mía cuando tenía cinco años y constantemente revivir el compromiso de no defraudar a ese niño que no sabía qué le deparaba la vida.
- Abracemos el optimismo, pero con realismo:
Desmitifiquemos el miedo a la incertidumbre y a la complejidad; debemos habitarlas, son lo único seguro hoy. Como humanidad, tenemos desafíos, pero no permitamos que estos eclipsen la potencia, las oportunidades y las fortalezas que, como sociedad, podemos construir.
El futuro ya no es como era. Hace poco leí esta frase del pensador Philipp Blom, que alguien creería equivocada, pero cuya profundidad es poderosa: busquen entender el entorno, siempre anticiparse y no se dejen diezmar por las situaciones difíciles. Las tormentas nos fortalecen.
Nunca podemos dejar de soñar. La combinación adecuada es saber soñar con los pies sobre la tierra, alimentar la esperanza. Recuerden siempre que, cuando llega la oscuridad, se pueden ver mejor las estrellas.
Lo decía en la introducción: las variables que rigen hoy el mundo y lo harán en los próximos años no necesariamente son las mismas que hasta ahora hemos observado. El mundo cada vez está más interconectado, y la teoría de la complejidad del filósofo francés Edgar Morin está más vigente que nunca.
Llegó el momento de apreciar la filosofía no como una materia de “relleno”, sino como una guía en el camino de la vida. La filosofía es saber hacerse preguntas, y esta es hoy una capacidad imprescindible.
- La responsabilidad es de cada uno de nosotros, no
de nadie más:
Dejemos a un lado el vicio de buscar culpables en los demás. Cada uno de nosotros debe hacerse cargo de lo que le corresponde y no poner los problemas afuera. La responsabilidad de avanzar en la vida y de resolver las dificultades es tarea de cada uno. No es ajena la tarea propia.
Somos unos privilegiados y, mientras más recibimos, más responsabilidad tenemos de entregar. Cultivemos un compromiso genuino con la sociedad, con el país y con el mundo. Para cambiarlo, debemos insaciablemente buscar la armonía entre el interés particular y el interés colectivo; eso es equidad.
- Defendamos nuestra autenticidad:
Sean siempre ustedes mismos, no pretendan ser otros. Sumen lo bueno que vean en los demás y eviten que se les contagie lo que observan en otros y no quisieran tener, pero nunca se alejen de su esencia. Decía el escritor irlandés Oscar Wilde: “Sé tú mismo, el resto de los papeles ya están cogidos.”
Estamos permanentemente en evolución; nuestros proyectos y planes cambian. Tengamos cuidado de no enfocar todas las energías en un solo objetivo. Como con las inversiones, nunca es bueno poner todos los huevos en la misma canasta.
No olvidemos que el propósito último de la vida es disfrutarla. Hace poco leí una frase del escritor mexicano Arqueles Vela que, con bastante arrojo, decía: “Hay que despilfarrar la vida para defraudar a la muerte.”
Una recomendación adicional: nunca abandonemos el humor. Riámonos de la vida, incluso en las situaciones difíciles; el humor es un bálsamo para transitar nuestro día a día.
- Respeto, ecuanimidad y empatía:
Es muy útil ponernos en los zapatos de los otros tanto como sea necesario; eso nos permite escuchar y entender las posiciones diversas y, así, poder tender puentes. Evitemos los juicios; la ecuanimidad es una buena aliada de los acuerdos. Buscar entender es mejor que juzgar. Recuerden siempre que la verdad es el camino más corto y que muchas de las diferencias se dan por problemas de comunicación.
Ser amable es gratis. Lo único seguro en la vida es que da vueltas. Es muy simple: tratemos a los demás como quisiéramos que nos trataran a nosotros.
- Cultivemos una curiosidad inagotable:
Hagamos de la curiosidad un motor que nos active el cerebro permanentemente. Nunca podemos perderla; debemos potenciarla. Vuelvan de la lectura un hábito, ojalá casi un vicio.
Mantengamos una sana y permanente inconformidad; somos los responsables de vivir en un aprendizaje constante. E ilustrémoslo con la ficción: “La realidad supera la ficción”, decía de nuevo Wilde, frase que hoy tiene más vigencia que nunca.
Hoy más que nunca, tenemos que aprender a hacer preguntas. Ojalá estas vayan más allá de nuestra realidad personal; debemos saber ampliar los márgenes para poder cambiar realidades. Participemos activamente en las redes de conocimiento.
Dejémonos contagiar por la tecnología, la innovación y los nuevos desarrollos, pero sin olvidar la importancia de siempre pasarlos por el filtro del criterio y la ética. Lo que nos diferencia es nuestra humanidad; los robots aún no tienen inteligencia general y, mucho menos, consciencia.
- Balance, balance, balance:
Soy un convencido de la importancia de mantener un balance en la vida. Pensemos en la estabilidad de una mesa: con cuatro patas se mantendrá más estable que una mesa de una sola pata. Aprendamos a priorizar. Incluyamos, además de la familia y el trabajo, los hobbies, la música, la lectura, el deporte, los amigos, los viajes, el humor o lo que nos motive. Y, por favor, no olvidemos el tiempo destinado para simplemente no hacer nada: el ocio.
Me gusta una definición etimológica que dice que la palabra negocio es la negación del ocio; busquemos hacer ambas.
Busquemos el equilibrio. Pensemos en tener una vida en la que nos alcance el tiempo para todo lo que queramos. Escuché a mi abuelo decir: “Uno tiene tiempo para lo que quiere.”
Dejémonos tentar por el arte y la cultura. Una bonita definición de cultura es que la cultura es todo lo que enriquece lo cotidiano. Nada mejor que un buen concierto, un libro o una película para pasar la página de un mal día.
En mi caso, el amor y apoyo de mi familia; la pasión por el deporte—corriendo, montando en bicicleta y nadando—; los libros, la gran mayoría de ellos de temas no laborales; la música, la fotografía y el arte han sido mis polos a tierra o bastones que me han ayudado a recorrer el aventurado camino profesional.
El deporte me ha traído muchas enseñanzas y analogías para la vida laboral. Hoy ustedes inician una maratón para la que se han venido preparando. Depende de ustedes mantener la energía durante los 42 kilómetros; no se dejen tentar por el afán de los 100 metros. El camino de la vida es de largo aliento, y gran parte de la preparación es mental.
Por último,
- Persigamos siempre la humildad:
La experiencia es una acumulación de errores, decía un exjefe cuando alguien cometía un error. No le tengamos miedo al error, no le tengamos miedo a decir “no sé”. Enfrentemos primero lo que sabemos que más nos cuesta, reconozcamos las debilidades; solo los humildes mejoran. La adversidad y las dificultades nos hacen prosperar.
La humildad nos permitirá afrontar mejor las derrotas y los triunfos, y nos hará más conscientes de nuestra irrelevancia en el mundo.
Les dije hace un momento que estas ideas podían verse como obvias. Les dejo una reflexión: ¿ustedes contratarían o se asociarían con alguien que abiertamente vea estas ideas como inútiles?
Hoy ustedes y sus familias inician un nuevo rumbo, que no me cabe duda estará lleno de oportunidades, logros, desafíos, derrotas y satisfacciones. Recuerden siempre que lo que más esfuerzo nos cuesta es lo que más se disfruta. Y aunque nos digan que lo que se debe disfrutar es el camino y no la llegada, hoy es una meta volante que los invito a celebrar y disfrutar al máximo. En inglés suena muy bien: “No pain, no gain”, y hoy es el momento para el “gain”.
Una nota adicional: siéntanse muy orgullosos de su universidad, no se alejen. Somos unos privilegiados por haber estudiado en estas aulas. Como colegas exalumnos, es nuestra responsabilidad hacerla más grande todos los días. En alguna ocasión le escuché al rector que somos los únicos que nunca perderemos el vínculo con ella; siempre seremos sus exalumnos.
Les agradezco mucho su atención y les deseo la mejor de las suertes en las diferentes rutas que hoy inician.
¡Los invito a que se den un fuerte aplauso!