Un nuevo aire para la integración regional
Guillermo Fernández de Soto, presidente del Consejo Colombiano de Relaciones Internacionales (CORI), excanciller (1998-2002)
Andrés Rugeles, vicepresidente del Consejo Colombiano de Relaciones Internacionales (CORI), miembro asociado de la Universidad de Oxford y miembro de la Junta Asesora de la Unidad del Sur Global de la London School of Economics (LSE)
26 de febrero de 2025
Durante nuestra reciente visita a la Universidad EIA, el debate concentró la atención de empresarios, académicos y estudiantes en los desafíos al comercio mundial y el camino precario para el sistema multilateral de la OMC. A manera de oráculo el Financial Times ha anunciado en sus titulares: “Donald Trump impondrá aranceles del 25% a las importaciones de acero y aluminio”, “China impone aranceles de represalia a productos estadounidenses por valor de 14.000 millones de dólares” y “Empresas europeas advierten de la incertidumbre por las amenazas arancelarias”.
Estos epígrafes se trasladaron también a las redes. De hecho, el número de búsquedas en Google sobre el término “aranceles” alcanzó su máximo punto en febrero de 2025, a nivel global. Canadá, Nigeria, Singapur, Australia y China fueron los cinco principales epicentros.
Estas no son vicisitudes aisladas ni una mera casualidad. Responden a un hecho: las grandes economías del mundo se están cerrando. Han entrado en un periodo muy peligroso de “desglobalización” que está marcado por el aumento de medidas proteccionistas, la reducción de riesgos y la reconfiguración de las cadenas globales de producción. A esta situación se le debe sumar el mayor control a las inversiones, la batalla por la IA y la tecnología y las deportaciones masivas del Norte Global al Sur Global y también entre países del Sur.
Nos enfrentaremos a una globalización redimensionada, bajo gobiernos liderados por los denominados “hombres fuertes” inspirados en las toldas del nacionalismo y populismo. La maquinaria de la desinformación y los aranceles se convertirán en herramientas para presionar a amigos y adversarios, sin salvedad ni contemplación en aras de salvaguardar los intereses nacionales.
La fragmentación geoeconómica del planeta es cada vez más evidente con las 3000 medidas de restricción de comercio impuestas en el 2023, las cuales equivalen a tres veces las observadas en el 2019. En el 2024, estas afectaron el 11,8% de las importaciones. A su vez, la relación entre exportaciones mundiales de bienes y servicios y el PIB mundial alcanzó su punto máximo en 2008 y ha tenido desde entonces una tendencia a la baja. Washington y Pekín están reduciendo progresivamente su dependencia en el intercambio de bienes y servicios.
En un escenario de confrontación y guerra comercial, América Latina está en la obligación de repensar su estrategia de inserción internacional e integración. No existe otra alternativa que unirnos y consolidar el mercado regional.
Esta respuesta requiere dejar a un lado la polarización, fragmentación y querellas ideológicas que han conducido a la región a un callejón sin salida. Se necesita una resina potente para sellar las profundas grietas existentes.
Se requiere trabajar con gran pragmatismo en una agenda multidimensional y en los temas centrales de la integración regional que generen cohesión y permitan superar los niveles actuales del 17% de comercio interregional en LATAM.
Es el momento de una mayor innovación, fortalecer las cadenas regionales de producción comercio y tecnología, aprovechar nuestros bastos recursos naturales y energéticos, reactivar los grandes proyectos de infraestructura (trasporte, energía, comunicaciones y digitalización) para mejorar nuestra competitividad, impulsar iniciativas de facilitación comercial, fortalecer el capital humano, entre otros.
La banca de desarrollo, como la CAF, el BID y el Banco Mundial, está llamada a cumplir un rol clave no sólo en materia de financiamiento, sino también en la movilización de recursos técnicos y conocimiento y la generación de espacios de encuentro y diálogo. Su consigna debe ser una triple “U” de unir, unir y unir.
América Latina tiene hoy una ventana abierta hacia su futuro. Se necesitan liderazgos renovados para superar este escenario internacional y convertirlo en una oportunidad estratégica.
Ante los aranceles, las barreras y las restricciones, necesitamos una triple “i”: integración, integración y más integración. Esta es la respuesta y el camino para seguir.